De reivindicaciones y frustraciones

De nuevo contamos con una reflexión profunda y acertada de Ángel Díaz-Munío, que paso a publicar:

A lo largo de esta legislatura una serie de colectivos se han distinguido por sus sonoras reivindicaciones: pedáneos, bomberos, comerciantes, policías, vecinos con irregularidades urbanísticas, etc. Todos ellos han tenido amplia cobertura en los medios y apoyos incondicionales de determinados partidos de la oposición.

Han estado y están en su derecho de pedir atención y solución a sus problemas, aunque todos ellos tienen planteamientos comunes: lo suyo está por encima y por delante de lo de los demás; piden más de lo que se les puede dar; responsabilizan a CastroVerde de falta de voluntad política; aluden a promesas «incumplidas» y «mentirosas» respuestas.

Manifestantes01

Responden al modelo de comportamiento habitual en un mundo insolidario y egoísta: anteponer los intereses particulares o de grupo a los de los demás. Animados y confiados en que la forma de conseguirlo es atacar al político en su punto débil: ceder ante una campaña de desprestigio en la que pueda perder votos.

Sabiendo que es difícil que alguno denuncie este comportamiento por miedo a que le tachen de «soberbio» o de «falta de empatía». Valiéndose de que no es políticamente rentable decir no y que siempre es más fácil plegarse que enfrentarse.

Y en esto llegó CastroVerde y mandó parar…

Desde la regulación de los nichos y panteones del Cementerio de nuestra siempre presente Patri, hasta la regulación de los espacios públicos, terrazas, conciertos, ferias, etc. La reclamación de las subvenciones a cuatro Juntas Vecinales, el CastroBus y el famoso servicio a demanda, las barracas, etc. Todo ha sido un continuo batallar, duro y desagradecido, por defender el interés general.

¿Y por qué lo hemos hecho? Porque para eso nos hemos postulados como políticos, para gobernar para todos, no para nosotros, no para nuestros familiares, no para nuestros amigos, no para nuestro partido. Para todos.

Sin embargo, estamos cansados de oír que hemos defraudado a muchos de nuestros votantes. Pero, ¿por qué? ¿Qué parte de ese mensaje hemos traicionado? ¿No será que los votantes defraudados de CastroVerde no tenían claro para qué nos metimos en esta ingrata aventura?

Sin embargo, hay una razón para sentirse defraudados que compartimos: no hemos conseguido alcanzar muchas de nuestras metas. En estos tres años de gobierno no hemos dado la vuelta al Ayuntamiento, todavía

Pero el sentirse defraudado no es lo mismo que el sentirse fracasado… ¿Sabemos lo que queremos hacer? ¿Estamos capacitados para hacerlo? ¿Hemos puesto nuestro trabajo y nuestro empeño en conseguirlo?

La respuesta es sí a todo, pero nuestra “ambición política” ha sido recortada por la realidad tozuda de una administración que te limita y te lastra. Hemos hecho lo que hemos podido, pero no tanto como hubiésemos querido.

Y volviendo a los colectivos insatisfechos…

¿Les hemos robado a las Juntas Vecinales las instalaciones del agua? Los jueces han sentenciado que no.

¿Les hemos subido el sueldo a los bomberos (cuando piden una valoración de su puesto de trabajo lo están pidiendo)? Todavía no, pero estamos dando los pasos para hacerlo.

¿Hemos completado las escasas plantillas de policías, bomberos y auxiliares del Hospital? Pues no, hasta que tengamos aprobado el presupuesto del 2018 y saquemos adelante la Oferta Pública de Empleo.

Así seguiríamos explicando lo que hay detrás de cada una de las reclamaciones. Pero… ¿es cierta y justa la acusación de falta de “impulso político”? Pues rotundamente no.

Es probable que estos y otros asuntos, pendientes desde hace muchos años, tengan más posibilidades de resolución ahora con CastroVerde que con otros.

Es posible que otros, con impulso político o sin él, no fueran capaces de sacarlos adelante. De ahí las prisas.

Ángel Díaz-Munío Roviralta

Cerrado por fiestas

Disculpad que llevemos tantos días sin publicar ningún post, pero las fiestas nos tienen algo absorbidos y hasta que no pase el Coso Blanco no respiraremos un poco (y del todo no hasta que pase la Marmita).

Aunque algunos quieran desprestigiar el trabajo realizado por nuestro equipo, con mi compañero Humberto Bilbao a la cabeza, yo sinceramente creo que se ha conseguido una Semana Grande muy completa e interesante. Con sus errores y fallos, por supuesto, como siempre que se hace algo y sobre todo si se apuesta por cosas nuevas.

Hemos tenido actividades para todos los públicos y mucha cultura. Con novedades que han hecho las delicias de peques y jóvenes, como el circuito de aventura o el Día del Hip Hop. Con teatro unipersonal que ha llenado todos los días programados, con eventos deportivos novedosos como el de cross-fit y con un mercado ecológico especial.

20180624_194649  IMG-20180623-WA0034

Estoy harta de escuchar a determinada gente comentarios de que «no ha habido fiestas», ni ambiente, ni nada de nada. Deben ser los mismos que siempre dicen que no hay nada que hacer en Castro pero ignoran deliberadamente nuestra programación cultural o la denigran, sin siquiera conocerla. El pueblo del no.

Creo que muchos utilizan este tema políticamente para desprestigiar nuestra gestión y que sus críticas no se basan en ningún argumento razonable, sino más bien en sensaciones más o menos acertadas, más o menos interesadas.

Para empezar, se utilizó la información recogida en más de 1.000 encuestas a jóvenes castreños a la hora de diseñar las actividades. Esto nunca se había hecho y casi diría que ni pensado.

IMG-20180626-WA0003  IMG-20180622-WA0054  IMG-20180623-WA0022

La Semana Grande 2018 ha incluido 19 conciertos de todo tipo de estilos, para gente joven, adulta y mayor. En la carpa de Amestoy se han celebrado 17 actividades de corte familiar entre teatro, cuentacuentos, conciertos infantiles, talleres, juegos… Además tuvo lugar la I Muestra de Teatro Unipersonal, que llenó todos los días el Castillo-Faro, y una actividad de pintura al aire libre innovadora.

Las propuestas más tradicionales como los gigantes y cabezudos, las cucañas o las romerías han sido un bombazo, enriquecidas con novedades como los toros hinchables, las cucañas infantiles o la venta de vasos reutilizables y pañuelos de fiestas solidarios que se suman a los eventos gastronómicos -sardinada, chocolatada- solidarios.

Las fiestas cada vez son más participativas por parte de asociaciones, peñas, vecinos, grupos de baile, etc., que contribuyen con actuaciones, encuentro de agrupaciones, decoración de calles y todo tipo de colaboraciones. Y aún debería haber mucho más de esto, de modo que las fiestas estén diseñadas por todos y no solo por el Ayuntamiento. Para eso hace falta una comisión de fiestas ejecutiva, no un Consejo de Festejos en el que nadie cree y que solo sirve para favorecer la crítica política nada constructiva.

En cantidad y calidad de eventos vamos «in crescendo», pese a las voces que siguen negando la evidencia. Si el ambiente no impregna cada rincón y calle habrá que pensar que el Ayuntamiento no puede llegar a todas partes, e intentar contribuir. Eso es pensar en positivo y así lo han hecho algunos empresarios hosteleros con visión y ganas.

20180622_215145.jpg  IMG-20180624-WA0002.jpg

Además, es lógico que se favoreciera la tranquilidad en ciertas zonas, ya que tenemos un recinto festivo como La Atalaya que precisamente intenta molestar lo menos posible a los vecinos mientras da la oportunidad a los que quieren fiesta de tenerla, y muy céntrica. Es un lugar magnífico que ya habíamos descubierto para la hoguera, la romería de San Pelayo y la Pasión Viviente, por ejemplo, y que da mucho más juego aún.

Para los que critican la falta de seguridad, hay que resaltar que no ha habido ningún incidente ni tiene por qué haberlo (¿es menos seguro eso que unas txoznas bajo las olas saltando? Vamos…). Para los que critican la falta de accesibilidad, la zona de la carpa junto al escenario era lo bastante lisa y accesible como para que pudieran acceder personas en silla de ruedas.

En fin, estoy segura de que habrá muchas razones para criticar las fiestas -siempre las hay- porque todo es mejorable, pero me gustaría por una vez escuchar a la mayoría silenciosa que habrá disfrutado de algunos o de todos los eventos. Me gustaría escuchar opiniones favorables y desfavorables pero con criterio, sin amarguras.

Y me gustaría que entendiéramos de una vez que las fiestas son de todos y para todos, y que no podemos convertir cada cuestión en un arma arrojadiza políticamente hablando. Ni es sano ni racional. ¡A disfrutar lo que queda!